viernes, noviembre 23, 2007

Llueven los aplausos

Opinión
El día que Ramón nos ganó a todos
Daniel Arcucci
De la Redacción de La Nación
No hay lugar para las excusas. Si a un DT cuyo equipo pierde 5 a 0 nosotros no le aceptamos que atribuya la derrota a la mala suerte, ahora los periodistas -la mayoría, que me incluye- no podemos alegar para justificar nuestra noticia errónea que anteayer, hasta las diez y media de la noche, Ramón Díaz ya le había dicho que no a San Lorenzo y que sí a River.
No hay lugar para las excusas: Ramón Díaz nos ganó por goleada. A los periodistas que, por información de fuentes calificadas o fuentes interesadas y por deducción lógica o análisis de la situación, sosteníamos que la mudanza del riojano ahora más famoso estaba hecha. A los dirigentes de River, a quienes dejó expuestos en su desesperación y su inoperancia de la manera más elegante y contundente que se recuerde en estas cuestiones del fútbol. A los dirigentes de San Lorenzo, a los que logró sacarles aun más de lo que les pedía y encima los ha comprometido con él por un buen tiempo, ya que con su continuidad les garantizó la continuidad a ellos. A los hinchas de River, a los que grita seguir amando, y a los de San Lorenzo, que lo amarán por largo tiempo. Al fin y al cabo, el más cuervo de los cuervos no se siente menos que bosteros ni gallinas.
Ramón Díaz demostró además que, como aquellos equipos versátiles que son capaces de cambiar de sistema de juego sin alterar su eficacia, él es capaz de cambiar de estilo y ganar igual: siempre acostumbrado a sacar ventajas con sus respuestas y declaraciones pícaras y picantes, esta vez goleó sin decir una palabra. Ese fue el secreto de su triunfo. Hablaron todos, hablamos todos. Menos él.
Hasta ayer, cuando volvió a sentarse frente a los micrófonos y se permitió un discurso indulgente con todos. Con los que hasta hace poco le regateaban el contrato, con los que hace mucho lo echaron por la puerta de atrás y con los que hace unas horas nos apresuramos a sacar equívocas conclusiones. Seguro de sí mismo, habló Ramón. Ganador. Su gesto fue, al mismo tiempo, noble y rentable. Casi como ganar, golear y gustar. Que en el fútbol de hoy eso es casi tan raro como cumplir con la palabra.
"Ahí vienen los invictos" , decían, allá por los años 90, Daniel Passarella -actor de reparto en toda esta historia- y el Gran Maestro Tabárez, cuando los periodistas invadíamos los vestuarios después de los partidos, dispuestos a buscar explicaciones de los protagonistas y a escribir verdades "con el resultado puesto" . Aun sin hacerse cargo uno de aquella generalización, vale reconocer ahora una derrota. Por goleada. Y no hay excusas.
darcucci@lanacion.com.ar

sábado, noviembre 17, 2007

No hace falta que vuelva

En Un Tirito no extrañamos a Luis Garisto